celos sexuales

Los celos sexuales consisten en retener, exclusivamente para nosotros, las prestaciones sexuales (afectivas o genitales) de una determinada persona. Celos Los celos constituyen el estado del que teme perder un bien que es suyo, o que considera como suyo de derecho. Se diferencian de la ‘envidia’ en que ésta traduce el ‘deseo de aquello que es de otros’. Se está ‘celoso’ del bien propio, y ‘envidioso ‘del bien ajeno’. Puede haber envidia sin celos, por ejemplo en las ‘luchas’ escolares, como los celos se dan a veces sin envidia (si bien mezclados con la admiración); pero hay unos celos con envidia (como los que vemos entre cónyuges o amantes que practican oficios similares, cineastas, literatos, etc.). Celos falsos Los celos se emplean, a veces, como atenuante de acciones punibles legalmente. Así es frecuente que el marido que lesiona o mata a su mujer, diga haberlo hecho instado por los celos. Celos sintomáticos Se refieren a los celos que se presentan como síntoma de algunas situaciones psíquicas deficientes. Por ejemplo en enfermedades paranoides, o en demencias de la edad senil. Celos sexuales verdaderos Indican un instinto de propiedad, de posesión, excesivo en relación con el compañero sexual. El instinto de la propiedad es uno de los más universales, y que subyace en el fondo de muchos beneficios posibles. Incluso el creyente aspira a ‘poseer’ su parcelita de cielo en la otra vida. ¿No habéis pensado que el político satisface su deseo de ‘apropiarse’ de la ‘cosa pública’? Los celos, análogamente, se relacionan más con el instinto de propiedad que con el instinto sexual. Hay ‘celos amorosos sin amor’ cuando el orgullo o el honor son quienes los determinan. Hay celosos que toleran una ‘perdida momentánea’ de su propiedad. Así, durante un baile, un viaje, etc., consientes que su pareja entre en contacto con otras personas. Es curioso que, en ciertos ámbitos sociales elevados, los celos se podían limitar al nacimiento del primer hijo varón, que aseguraba el pase del título o del patrimonio. Hay personas que consideran los celos como un sentimiento normal, o deseable. Las personas que ‘no tienen celos’ son vistas con suspicacia, incluso por sus propias parejas. La ‘falta de celos’ se considera incluso como una tara antes que como un acto de autocontrol: como dice La Rochefoucauld, ‘sólo se dominan las pasiones que no se tienen’. Los celos se dan entre los animales. Cigüeñas hay que despedazan a los compañeros adúlteros. Muchos animales compiten entre ellos por obtener sexo, y algunos se muestran muy irritables si ven que otro congénere intenta agenciarse la compañera que han ganado a mordiscos y zarpazos.
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