
Pero lo que ocultan es diferente en cada caso.
A muchos hombres les cuesta trabajo hablar a sus esposas de los problemas que afectan o pueden afectar su salud, porque piensan que eso cambiaría su imagen de ser el "fuerte" en la pareja.
No quieren preocupar ni sentirse desvalorizados. Eso mismo les ocurre con los miedos derivados de sentirse envejeciendo. O de ir tomando conciencia de que no podrán alcanzar las metas que alguna vez se propusieron.
En cambio las mujeres consideran como asunto muy importante y delicado el tema del dinero. Tratan de que sus esposos no se enteren de cuánto es realmente lo que ellas gastan.
Un tema muy actual es la discusión en la pareja del problema de los ingresos cuando ambos trabajan, especialmente si ellas ganan más que ellos. En muchos de estos últimos casos la mujer prefiere que su esposo no sepa realmente cuánto es lo que ella gana, porque sienten que así evitan en él se sienta mal.
Algo que es recomendable que oculten para siempre y nunca saquen a la luz en una conversación de pareja es cualquier experiencia vinculada con relaciones del pasado: antiguos amores, parejas anteriores, etc. Nunca es para bien y solamente logran con eso lastimar al otro.
Por supuesto, mucho menos si se trata de una relación extramatrimonial que tuvo lugar en algún momento anterior de este matrimonio. Esa "aventura" debe mantenerse en el plano individual para que sirva de base y permita evaluar cuál fue la causa de que ocurriera, qué es lo que andaba mal en esta pareja de hoy para que saliera a buscar algo fuera del matrimonio.
Generalmente, cuando se decide alguien a contar a su cónyuge algún secreto de éstos - o cualquier secreto importante - lo hace mal, y el remedio es peor que la enfermedad.
Un tema a considerar es cuándo y cómo mantener una conversación importante. Si no se ha cultivado el diálogo en la pareja, más extraño e impactante resultará que uno diga al otro, de pronto,. "tenemos que hablar". Esto ocurre cuando no es frecuente que mantengan conversaciones entre ellos, ya que si las tuviesen, el tema podría surgir en cualquiera de las pláticas cotidianas y no requeriría un anuncio especial.
Cuando se ha aprendido a hacerlo, es recomendable compartir secretos con la pareja. También es bueno consultarle cualquier problema y no presuponer que uno sabe qué es lo que piensan sobre el tema. Muchas veces - la mayoría - se descubre que la pareja no piensa lo que uno suponía que pensabe sobre eso.
Otro punto fundamental en el pequeño gran mundo conyugar es el tema de la invasión de la intimidad del otro. Revisar el teléfono celular, la agenda personal, los papeles que tiene en su bolso o en su maletín, son síntomas de que algo ya anda mal, muy mal en la relación. Quizá ese sentimiento de inseguridad no sea compartido sino solamente de uno de los dos, el que inicia las investigaciones. Y la mayor parte de las veces es consecuencia de una personalidad mal estructurada, tal vez desde la infancia. Husmear en las cosas del otro es una forma de violación de la parte de vida privada que su pareja debe preservar a pesar de estar conviviendo como matrimonio, formal o no. En realidad, ambos deben ser respetuosos de las áreas privadas del otro.
En el caso de que su cónyuge tome la decisión de contarle algo que mantenía en secreto, nunca lo use en su contra. Si traiciona de ese modo su confianza nunca más podrá merecerla.
Concluyendo, lo que importa es mantenerse atento a las necesidades del otro para hacerlo sentir un elemento fundamental en su vida. Observarlo, escucharlo, comprenderlo, amarlo.
Porque, ¿no era eso lo que eligió hacer cuando decidió quién quería usted que fuese su pareja para toda la vida?
Este artículo exclusivo del sitio fue confeccionado en base a material publicado en forma separada o conjunta por Dianne Hales, los psicólogos Rodney Shapiro, Lonnie Barbach, Patricia Krantzler y Mel Krantzler, y la psicoterapeuta Doris Helmering en los primeros años de la década de 1990.
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