Estamos ejerciendo una presión moral inocente para convencerla. Distinta es la situación que viven muchas personas sujetas a manipulaciones nocivas. Como el manipulador logra su objetivo mediante la seducción y sin el consentimiento del otro, abusa de la vulnerabilidad de la víctima dirigiendo su voluntad y ejerce, en realidad, una agresión. Además, se caracteriza por la habilidad con la que esconde sus artimañas, practica el abuso verbal y, sin dejar cicatrices físicas visibles, va demoliendo el espíritu de las personas a las que ataca.
Mala noticia: las mujeres son más frecuentemente víctimas de manipulación que los hombres porque, socialmente, los abusos de los hombres son más tolerados. Y conste que esta situación se da tanto en el ámbito familiar como en el laboral y social y, desde luego, en todos los estratos socioeconómicos o culturales.
¿Cómo darnos cuenta de que estamos en manos de un manipulador?
No es fácil. El libro que fundamenta esta nota (La trampa de los manipuladores, Lics. Graciela Chiale y Gloria Husmann, del Nuevo Extremo, 2008) ofrece un test de cuatro pasos muy esclarecedor para quien sospeche estar dentro de una situación de manipulación. Teniendo en cuenta los riesgos que la situación ofrece es importante poder autoevaluarse para confirmarlo, luego enfrentar el problema y acudir a la terapia necesaria para salir del mismo.
Algunas de las opciones del test, demasiado largo para reproducir íntegramente acá, son significativas: “No soy tan espontáneo/a como antes. Siento que he perdido la confianza en mí mismo/a. Siento ansiedad o frustración. Siento que haga lo que haga, por más que me esfuerce no logro cumplir con sus expectativas. Siento que me hace responsable de sus obligaciones. Cuando me encuentro con él/ella me sobresalto. Me descalifica, me desmerece. Se burla de mí frente a los otros. Me amenaza.”
Entre otros aspectos a considerar, en el libro aparecen enumerados también los síntomas físicos más frecuentes que conlleva la relación con un manipulador entre los que figuran jaquecas, caída anormal de cabello, trastornos gástricos y contracturas.
Algunas de las características básicas de los manipuladores nos suenan conocidas a todos: son fácilmente irritables, reaccionan violentamente, pueden ser socialmente encantadores y terribles dentro de casa, no piden nada por favor ni dan las gracias. También suelen ser impredecibles, nunca se sabe qué los enoja y como actuarán en consecuencia porque tampoco expresan claramente sus necesidades. A menudo tienden a confundir al otro y pretenden que adivine lo que quieren; además, sus ”valores” y sus “verdades” son irrefutables.
Hay que entender que son personas perniciosas porque, mientras inducen a otros a hacer lo que ellos no harían, son muy permisivos consigo mismos, muy intolerantes con los demás, mienten mucho y deforman la realidad. Como en el fondo, y aunque no lo parecen, son personalidades muy débiles, es importante aprender las técnicas para manejarlos. En conclusión, ya sean jefes, socios, maridos, padres, son personajes de los que hay que defenderse; por el propio bienestar hay que detectarlos y alejarse lo antes posible de su influencia.
Si luego de leer este breve resumen tienes la menor sospecha de que estás bajo el dominio de un manipulador, no lo dudes. Habla con personas de tu confianza, acude en busca de ayuda profesional y enfréntalo. Tu salud mental, e incluso la física, puede estar en riesgo.
¿Te reconoces como víctima de un manipulador?
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