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¿De qué se trata ser feliz? - Por Eduardo Juan Salleras


SOY O ESTOY
Por Eduardo Juan Salleras, 12 de julio de 2013.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente

¿De qué se trata ser feliz? Me pregunto en esta mañana cerrada, siendo casi las 7, con una neblina que apenas moja.

La ventana negra, solamente se puede ver a afuera una luz que se prende y se apaga: un tubo fluorescente quemado, en desuso, marcándome si funciona o no el boyero eléctrico: pongo una punta tocando el suelo y la otra al hilo electrificado. Controlo de noche así, a lo lejos, mis alambrados.
¿Ser feliz es tener? Y sí, aquel que pierde un ser querido puede aseverarlo. O tener salud, o la familia unida, correctamente constituida; también tener el cariño y el reconocimiento de la gente; tener el status pretendido… TENER.

Aunque también veo a personas que tienen poco pero son muy felices.
Porque tal vez ser feliz es sentir… sentirse contento.

Hay quienes se consideran satisfechos de lo que les toca y está perfecto, en cambio otros que nunca se sienten conformes en la vida por lo que ésta les da. Unos los ve venturosos, llenos… tienen… y quieren más, se enojan, sin sentirse dichosos… SENTIR.

Sentir, tener, ¿es ser?

Ser es una condición de permanencia: se es feliz, aunque varíen las circunstancias, es la naturaleza del optimista, del que comprende que la vida está hecha de buenas y malas.

Tal vez me vean rezongando demasiado tiempo al día – alguien me lo hizo notar – pero de ninguna manera significa que no sea feliz. Porque también están los que se muestran alegres, cantan, se alborotan, y sin embargo temen a la soledad. ¿Por qué?

Vivir en estado de felicidad, produce un bienestar que supera el tener y acompaña al sentir placer por vivir… SER.

¿Ser o estar? Estar se refiere a un momento: estoy feliz ahora, o en un cierto tiempo.

Una circunstancia específica me produce felicidad, mientras dure. En el fondo es alegría…

Hace un tiempo, en otro artículo decía: la felicidad es la ecuación correcta entre los momentos de alegría y los momentos de tristeza, ambos son justos y necesarios.

Pero, la realidad muestra que no se ve demasiada gente contenta, especialmente en la ciudades y ni qué hablar en Buenos Aires. Hay un refunfuño permanente, a niveles preocupantes y peligrosos: desde la protesta y el reproche, hasta la exacerbación y la furia.

Estoy hablando del malhumor social que nace en los hechos de violencia, inseguridad y delincuencia y termina en el disgusto como estado de ánimo general.

Se está mal… ESTAR… aunque nos vaya bien.
Hemos esperado demasiado tiempo para alcanzar por fin la institucionalidad en la Argentina.

Llevamos 30 años de democracia, de los cuales 22 gobernó el mismo partido político, el que hace 12 años ininterrumpidos no abandona el poder. Sin embargo, habiendo huido del autoritarismo hace tres décadas, parece que hoy nos dirigimos gustosos, o al menos mansos, hacia una dictadura, que incluso pretende ser constitucional buscando su reforma y así adaptarla al gusto y necesidad de los que nos gobiernan.

Estamos en manos de la política tóxica, que tal vez sin darnos cuenta nos infectada la vida y el ánimo. Nos hace renunciar al entusiasmo de amanecer cada día, andar, y al crepúsculo, luego de haber hecho lo correcto, acudir al descanso y a las caricias de la familia, o al encanto de los amigos, o tan sólo, a interrumpir la acción y la pasión, para reposar y dormir, con las ansias de comenzar, otra vez, una nueva jornada.

Es necesario para ello ESTAR tranquilos sin que la irreverencia y la locura de personajes nefastos pretendan evitar que seamos felices en un país que nos promete y nos exige esa condición.
Porque TENEMOS todo para ser una gran Nación y disfrutarla, a cambio, debemos renunciar y escaparnos, para que no nos alcance y nos mortifique la vida, un Estado enviciado que pretende quedarse con todo, incluso con la felicidad, porque no nos deja siquiera SENTIRNOS felices.
¿Cómo se puede SER así un buen argentino?

De todas maneras no renunciemos a nuestros derechos legítimos de alcanzar la felicidad, el bienestar, la prosperidad. Debería ser una satisfacción ser ciudadanos de este maravilloso país; un gusto recorrer su tiempo y geografía; gozar de la gente y su forma de vivir; recuperar el optimismo, volviendo a ese lugar que tanto nos envidiaron de educación y cultura.

¿Por qué no recobrar la euforia por la República y la gloria de la Nación?
Vayamos por una victoria en la lucha contra aquellos que nos quieren robar el placer de ser argentinos… Porque en definitiva…
… será una cuestión de SER o TENER…
…tal vez, de ESTAR o SENTIR.

Y ¿por qué no?: de DAR para RECIBIR… LA FELICIDAD.
---
EJS


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