En la vida de un millonario no podía faltar un yate espectacular y Hearst compró el flamante Oneida, al que le instaló un sistema de proyección.
Cuando iban de crucero, lo acompañaba Marion.
En 1924, Hearst le compró una mansión con piscina a Marion en Beverly Hills, para que ella se refugiara allí, mientras su mujer e hijos estaban en San Simeon.
—El mundillo del cine vivió una era salida de Las mil y una noches —diría Charlie Chaplin—,porque Marion ofrecía bailes de disfraces hasta el amanecer.
Destaca el biógrafo David Nasaw, autor del libro The Chief: Life of William Randolph Hearst, que durante las estadías del magnate en San Simeon, Marion estaba libre, y parecía que ella y Chaplin se habían enamorado, según el testimonio de muchos.
Y cuando un día fueron todos de crucero en el Oneida, dicen que por problemas de celos hubo una muerte, la del productor Thomas Ince, que quedó en el misterio...
Hearst era opuesto al alcohol, pero Marion había caído en el alcoholismo.
A finales de los años 30, él sufrió reveses financieros y Marion lo ayudó dándole un millón de dólares, después de vender parte de sus joyas.
La carrera de ella comenzó a declinar hacia 1934.
Antes de 1937, Marion filmó su última película, Ever Since Eve, pero era una mujer de negocios muy aguda y lista, y él la convirtió en su mano derecha en los periódicos.
Fragmento de la publicación
esmas - Mexico, D.F., México
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