Existe el paradigma de la realización del ser por el amor “gracias al otro”. El histérico neurótico obsesivo busca la satisfacción de sus necesidades, afectos y cariños en el otro, en el compañero en su príncipe azul. Sus demandas frecuentes son: “eres lo que me falta”, “sin ti no soy nada”, “Tú eres mi norte y sur”, “eres mi sol y mi luna”, esconden en ese otro un amor ficticio.
La demanda amorosa histérica y enfermiza se torna en tiranía, empleando para dicha relación patológica carencias, necesidades insatisfechas, y debilidades que caen en el chantaje de hacer girar en su alrededor al otro, para hacerlo a su medida y talla psicopatológica aberrante.
El neurótico obsesivo, no busca amar ni querer, el neurótico busca ser amado, querido y entendido; necesita que se le colme con todas las atenciones desde la lactancia hasta el cambio de pañales porque caso contrario el amante neurótico se siente no amado y no querido. Si no calma la obsesión el amante neurótico obsesivo se transforma en un amante posesivo, dueño y ciego de su realidad.
El obsesivo no ama a la mujer o al hombre, sino a la figura de la mujer o del hombre imaginario que le puede colmar de apoyo de protección y que exalta su narcisismo neurótico; el obsesivo está movido por el ansia de poder dominar sobre el otro y por un sadismo destructor.
Parecería entonces que el amor es como una mágica historia con ciertos rasgos psicopatológicos y de posesión, tendemos a enamorarnos de aquellas personas que representan un papel complementario o suplementario en nuestras vidas.
En cambio la naturaleza psicopatológica de la dependencia sentimental contiene un claro y evidente comportamiento desadaptativo caracterizado por una tormentosa y enfermiza interrelación afectivo dependiente muy parecido a la adicción o dependencia a las drogas.
La adicción al amor es aquella dependencia que mucho se asemeja a la adicción a una droga; en ella, la persona se dirige hacia el otro con la intención de llenar un vacío existencial y la relación pronto pasa a ser el centro mágico alucinatorio de su vida. Cuando la exposición romántica se vuelve constante, permanente, obsesiva y compulsiva dicha relación se hace necesaria y dependiente, entonces se ha caído en la trampa de la adicción afectiva.
La adicción al amor es un rasgo de una persona, una actitud que conduce al sujeto a establecer una propuesta de relación que le hace repetir con sucesivas parejas comportamientos similares. La dependencia afectiva o emocional es un estado, un trastorno desadaptativo que solo se produce con el sujeto del que se depende.
Pueden aparecer desde la infancia traducida como un apego ansioso, o temor a la separación, puede incluso llegar a tener una naturaleza desorganizada cuando sobreviene en personalidades inmaduras o propensas a adicciones.
Otro grupo de dependientes son sujetos con un trastorno de la personalidad agrupados dentro de las denominadas coadicciones y que provienen de la etapa infantil o adolescente (codependencias) o devienen de un aprendizaje sociopático adulto prolongado (bidependencia y codependencia)
Por:Guillermo Bastidas Tello
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Fuente: El Heraldodigital
